En un ejercicio de creatividad, puestos en círculo y sentados en el suelo, los niños de 4, 5, 6 años, veían con atención un resto pequeño de un color de cera verde que estaba en el centro, y trataron de darle algún significado distinto al pedacito de creyón. De allí nace esta isla a escala, un pedacito de tierra tan diminuto donde todos estábamos dentro, sometidos a las cosas que más nos causaban miedo. De allí nace la necesidad del cadáver exquisito para que nos rescaten, pero también surguen estos inesperados y sorpresivos dibujos a mano, sobre cómo es la isla donde estábamos. Los nombres que leen en el papel son de los niños, y algunas veces también está el mío o una nueva versión del mismo: Freddy, Fraddy, etc...
jueves, 27 de agosto de 2009
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